¡Qué poco cuesta construir castillos en el aire y qué cara es su destrucción!
A finales del año pasado decidí darme una nueva oportunidad. Decidí conocer a una personita que cambiaría mi vida. Para mí fue muy fácil enamorarme: era una persona sencilla, inteligente, sincera, buena, simpática, agradable. Tenía muchas cosas en común con él, disfrutaba cada momento a su lado, cada palabra, cada beso y cada abrazo. Fue una relación muy intensa desde el principio, y eso se reflejó en lo que sentía por él. Era capaz de hacer lo que fuera con tal de verlo feliz y así fue. Él se convirtió en una prioridad en mi vida, en un apoyo incondicional, en un factor de decisión de suma importancia. Me fue muy fácil soñar con nuestro futuro juntos, creer que él era la persona para mí, que a pesar de los baches, seguiríamos juntos en este camino de la vida. Pero qué equivocada estaba.
La vida me tenía preparada una cosa muy diferente. Esa persona se dejaría ver como es en realidad y me lastimaría demasiado. Destruiría todos esos castillos en el aire que yo sola -ahora lo sé- había construido, me demostraría que nunca fue parte de todos esos planes que yo creí que hacíamos juntos. Me ha decepcionado. Me he decepcionado de mí y soy yo la que está pagando el precio de la destrucción de esos castillos.
Hoy esos castillos se destruyeron para siempre, se destruyeron incluso los cimientos. Hoy ya no hay vuelta atrás, ya no hay posibilidad de reconstruirlos, ni siquiera para darles otra forma.
A pesar de todo, hoy me siento libre. Hoy puedo seguir adelante y todo eso es sólo una pesadilla que está terminando. Hoy finalmente abrí los ojos a mi realidad, vi las cosas como son y dejé de hacerme ilusiones, de soñar. Y para ser sincera, no fue tan malo, de hecho fue mejor de lo que esperaba. Por fin pude ver a la persona real con la que estuve, con todos sus defectos, sus carencias. Por fin entendí tantas cosas. Gracias a esta pesadilla y al derrumbe de mi castillo puedo seguir adelante sin mirar atrás, sin añorar cosas que nunca fueron reales.
Gracias.
Hoy esos castillos se destruyeron para siempre, se destruyeron incluso los cimientos. Hoy ya no hay vuelta atrás, ya no hay posibilidad de reconstruirlos, ni siquiera para darles otra forma.
A pesar de todo, hoy me siento libre. Hoy puedo seguir adelante y todo eso es sólo una pesadilla que está terminando. Hoy finalmente abrí los ojos a mi realidad, vi las cosas como son y dejé de hacerme ilusiones, de soñar. Y para ser sincera, no fue tan malo, de hecho fue mejor de lo que esperaba. Por fin pude ver a la persona real con la que estuve, con todos sus defectos, sus carencias. Por fin entendí tantas cosas. Gracias a esta pesadilla y al derrumbe de mi castillo puedo seguir adelante sin mirar atrás, sin añorar cosas que nunca fueron reales.
Gracias.